sábado, 2 de noviembre de 2019

Poemas con excusa IX: más endecasílabos encontrados (1)


Los "Poemas con excusa" atacan de nuevo, esta vez con una consigna vintage: endecasílabos encontrados. Tal y como en la primera entrega del juego, se trata de poemas con métrica y rima (mayormente sonetos) construidos a partir de un endecasílabo encontrado, en este caso en un fragmento del poema "Suertes" de Jorge Boccanera: "Azar no es arrojar una moneda".

Empezamos entonces este primer posteo de la serie con sendos sonetos de nuestra nueva incorporación, el historietista y sonetista Rodrigo Terranova, y Alejo Steimberg. Como "de todo laberinto se sale por arriba", el primero sortea el escollo del requisito incluyendo el fragmento como cita, contrastando así el aspecto filosófico de la frase y referencias a Dios y a Marx con un contexto de lo más mundano y un registro coloquial. El segundo, en lugar de definir el concepto tomado, lo usa como excusa para fustigar a quienes temen al azar más que a nada y hacen lo que sea para negar su existencia. En ambos casos, los sonetos se alejan de la temática esperada y toman para el lado que en este espacio más nos gusta: el de los tomates. 

Y ahora sin más, mientras les damos tiempo a los otros participantes, los sonetos.

1. (Rodrigo Terranova)

Los versos que copié en un Kapelusz
le dije (monté guardia en su vereda):
"Azar no es arrojar una moneda
al aire ni esperar su cara o cruz".

Sonaban misteriosos. Yo era un nabo:
pensé me irradiarían. Su centella
me haría al fin visible para ella...
Ni idea si hay azar en el centavo

que zanja quién anuda y quién desata;
si existe Dios o es todo ruido y furia;
si tiene razón Marx, razón la curia...
Seguro que tenía fe insensata

el chico que apostó contra la prosa
 y se mandó a la niña desdeñosa.


2. (Alejo Steimberg)

Azar no es arrojar una moneda
ni ninguna otra forma presuntuosa
de mostrar que la suerte es una cosa
que yo elijo si es que se va o se queda.

El azar da terror a quien remeda
en su vida una serie farragosa
de un muy particular tono de rosa
en la que todo irá como la seda

si el complot ominoso que tortura
al héroe y es el centro del relato
se muestra verdadero al fin del rato
confirmando que no es una locura.

El final es feliz si se asegura
que hay un chef -bueno o malo- atrás del plato.

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