Oscar Steimberg (Foto: Julieta Steimberg) |
Tercera entrega de esta serie de entrevistas en las que poetas nos hablan de lo que es un buen o un mal poema (y une buen o un mal poeta) y, por ende, de su concepción de la poesía. Así, después de Luisa Futoransky y la poesía como espejo y Eduardo Berti y la poesía como herramienta, Oscar Steimberg nos habla de la poesía como... ¿Quiere saber como qué? ¡Entonces lea, señore!
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- ¿Qué es un buen poema?
- ¿Una construcción poética que abre camino a una experiencia que se sentirá como de lectura, de composición, de dicción, a la vez ajena y compartida? ¿Y también lúdica, por la apuesta incluida a la aceptación súbita de construcciones rítmicas, métricas, estróficas..? En todo caso, la buena poesía siempre tiene una condición de apuesta.
- ¿Qué es un mal poema?
- ¿Una construcción de lectura, de escritura, de dicción que en recepción no se puede o no se quiere asumir como tal? (¿En cada caso, a partir de una calificación que no es en principio universal?)
- ¿Podrías ser más explícito? ¿Porqué "no se puede o no se quiere asumir" como construcción de lectura, de escritura o de dicción?
- Creo que por efecto de unas prevalencias en las costumbres de producción y procesamiento que incluyen la asunción de una posición confrontativa, o cooperativa, u obediente.
- ¿Qué es un/a buen/a poeta?
- ¿El enunciador de esas construcciones reconocidas como compartibles? ¿El que además demostró la capacidad de reiterar la experiencia?
- ¿Y qué es lo que hace que esas construcciones sean reconocidas como compartibles?
- La experiencia de un disfrute que se entendió como más que individual a partir del reconocimiento de un estatuto de producción y circulación predefinido.
- ¿Qué es un/a mal/a poeta?
- ¿El / la que muestra el propósito de esa construcción, pero con resultados no compartibles por los / las que son sujetos de la experiencia en la instancia de su recepción?
- ¿O sea que el/la mal/a poeta hace construcciones, digamos, obvias?
- En principio creo que sí, pero que el defecto puede consistir también en la falta de decires cómplices; aun de los todavía no llegados a conocerse.
- ¿Cuándo te gusta un poema?
- Creo que cuando me ocurre experimentar esa sensación de confluencia compartida entre lectura, composición y dicción. Pero entonces también cuando se despliegan otra vez las novedades de su insistencia histórica...
- ¿Cuándo no te gusta un poema?
- Creo que cuando no puedo compartir la afirmación implícita de pertinencia de la propuesta de relación entre sus instancias constructivas. Y en algunos casos cuando toman el centro de la escena reiteraciones conceptuales y formales que suprimen su dimensión lúdica.
- ¡Cuando te aburre!
- O me desalienta, sin poder yo atreverme a probar alguna nueva perspectiva de lectura.
- ¿Estás satisfecho/a con el lugar que ocupa la poesía en el espacio cultural/ literario?
- En términos generales no.
- ¿Por qué?
- Creo que los espacios mediáticos de temática cultural y literaria han ganado, en algunos aspectos y niveles, interés y diversidad. Pero también que los espacios destinados a la poesía son siempre de difícil mantenimiento o expansión, entre otras razones por las dificultades que interfieren para que la poesía forme parte de un proyecto de espacio cultural en sentido amplio. Eso sucede precisamente por las imprevisibilidades generadas por su componente lúdico, y por otras como las originadas por la limitación numérica de, en general, el público conformado por los lectores de poesía contemporánea, aunque mantenga su amplitud el de los géneros populares o masivos que incluyen un componente poético. Y aunque haya también modos o niveles del desempeño retórico mediático de elección posible en cualquier caso, como el del análisis comparativo de la poética redaccional de los diarios en los titulares o las remisiones indiciales de primera página.
- ¿Y qué te gustaría que cambiase?
- Creo que en parte, al menos, el número de espacios abiertos a una no del todo previsible diversidad estilística y, con alguna frecuencia, a una prosa crítica o prologal.
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