viernes, 30 de junio de 2017

Los artistas de la obsesión triunfante (con la excusa de los 75 años de Brian Wilson)



Los Beatles representan el equilibrio perfecto. Las canciones perfectas, el éxito innegable de crítica y de público a través de las décadas. La suma de todo tipo de virtudes artísticas y comerciales. Su motor creativo, Lennon-McCartney, fue infinitamente más que Lennon y McCartney por separado. Los Beatles fueron el grupo más influyente de la historia, y las versiones de sus temas son incontables. Los Beatles fueron, juntos, el creador y el intérprete perfecto, y alcanzaron una cima a la que ninguno de sus integrantes individuales volvería a llegar jamás.

Los Beach Boys fueron un grupo muy desigual. Unos muchachos que cantaban armónicamente... más Brian Wilson. Y Brian Wilson representa cualquier menos el equilibrio perfecto.
Es más bien todo lo contrario. Brian Wilson es la obsesión triunfante (años sin sacar discos, absorbido por la piedra de Sísifo que es logar el disco perfecto), el artista como fuerza destructora del hombre que lo alberga. Es el intento desesperado (y fútil) de ocultar los demonios del caos bajo una capa de armonía angelical, siendo tal vez "Good Vibrations" una de las canciones que mejor lo representa, con sus tonos menores sugiriendo una grieta en la felicidad expresada por la letra y las voces prístinas. Bien lo captó Cameron Crowe en Vanilla Sky (jodido hacer una remake de Amenábar, pero su versión es un bello ejercicio de estilo), al ponerla de fondo para una escena apoteósica con un Tom Cruise descubriendo el carácter ficticio del mundo en el que vive.

La posición de que la creación es fruto de la insatisfacción tiene muchos defensores. Alejandro Dolina gusta de repetirlo, Joaquín Sabina fue a buscar la ayuda de un amigo poeta que pasaba por una ruptura amorosa cuando sentía que ya no tenía de qué escribir. No lo sé, tal vez sea así. Pero hay algo profundamente magnético en aquellas figuras que pierden la batalla contra sus demonios creativos; algo así como el sacrificio de sí mismo ante el altar del propio arte. Dios (otra creación duradera) me libre y me guarde de querer imitarlos, pero las obras de tales creadores suelen ser son fascinantes. Y es que la falta de equilibrio lo es, al poner el énfasis en un aspecto específico de la creación (como la adoración por la forma y el desprecio del contenido de Rubén Darío). Si, dentro del rock, tipos como Todd Rundgren y Charly García son ese tipo de artistas, Brian Wilson es su santo patrono.

Salve Brian, avatar del artista devorado por su obra.  

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