Volvemos con la sección de poemas con excusa. Nuestras excusas esta vez han sido escribir en versos de pie quebrado por un lado y por otra hablar del tiempo. Sin duda una mezcla interesante y que se ha prestado a muy buenas aportaciones. Hoy participarán Ginés Solaeche, Víctor Atikof, un servidor y por primera vez en el blog a David R. Valeiras.
Ginés ha aportado un interesantísimo texto donde la imagen del tiempo esta cargada de humanidad y sentimiento vitalista y donde nos propone, en un tono de lirismo e intensidad expresiva una solución al sentimiento del paso del tiempo que pasa por vivir de acuerdo a nuestra naturaleza en condición pura y sincera. Se plantea un marco, ya que estas palabras son, ficcionalmente, las de un poeta difunto que se sitúa entre el escritor y el lector. Ha usado el esquema de rimas manriqueño cambiando los octosílabos por alejandrinos y los tetrasílabos por heptasílabos. De esta forma, al igual que en el caso de Manrique, se cumple que para el verso quebrado, el número de sílabas siga siendo la mitad, algo de plena justificación a la hora de establecer su propia versión de esta forma métrica.
CANTO DEL POETA DIFUNTO A LOS VIVOS
Yo he visto lo que el tiempo hace a hombres y a mujeres.
He visto cuerpos de puro acero doblegarse
cuerpos robustos convertidos en alfileres
yo los vi marchitarse.
Voces que hacen temblar de la tierra sus entrañas
vigorosas gargantas, intensos altavoces
que haría caer desde las más altas montañas
los buitres más feroces.
Yo los vi perder en un incesante goteo
su felicidad, su carcajada, su propósito
los vi quebrarse en el vientre, al nacer los veo
muertos como este vómito.
El tiempo es un cuchillo afilado lentamente
arma mortal que se perfecciona en cada luna
asesino en serie que espera pacientemente
de un alma su laguna.
En el tiempo zozobran yertos los corazones,
pierden sangre en cada palpito que se consume
más próximos a la muerte, a sus alusiones,
a su aciago perfume.
En el tiempo apenas hay tiempo para morirse
apenas ya nadie quiere ayudar a un anciano,
caminar despacio, perder un tren, aburrirse,
cogerse de la mano.
Nosotros que vivimos en libros amarillos
vosotros que aún sentís en la piel el ocaso
¡Arrojad vuestro atuendo, vaciad vuestros bolsillos!
¡Tan sólo estáis de paso!
Alzaos contra el mercado de la oxidación.
Liberaos del tiempo líquido, de su yugo,
de su falsa promesa de nube de algodón,
de su sutil conjuro.
Y gritad, gritad a viva voz que sí estáis vivos
que aún la tarde os arrulla con su leve brisa
que tan solo del amor honesto sois cautivos
¡Vamos, gritad, deprisa!
Víctor nos presenta un poema más breve y simbólico. Ha utilizado la estructura clásica manriqueña y, expresivamente, la brevedad se representa en una suerte de sentido aforístico y desprendido. Una de las cosas más interesante es que parece prescindir de ciertos determinantes que junto con el hipérbaton sutil crea un efecto de distanciamiento con el lenguaje cotidiano.
De la espuma que palpita
surge entraña infinita
do vivir
En ella vemos la Luna
la multitud ninguna
dormir
El camino que recorre
el tiempo sin que te borre
sonrisa
Cuando volumen de aire
emprende su loco baile:
la brisa
El siguiente texto es poema de verso quebrado algo inusual, rescatado de la tradición modernista y que podemos ver, por ejemplo, en
Poema del Otoño de Darío; o en
Rosa de Job de Valle-Inclán con 9A/5b/9A/5b. En cuanto al contenido habla de cómo la conciencia sobre el tiempo, con el dolor que aparentemente podría significar, es en realidad una liberación que nos hace dueños de nuestra vida al darnos el control sobre nuestra realidad y la de los elementos que nos rodean.
El pasado se nos presenta
fuego y acción
como la mano cenicienta
de su reacción
Toda causa nos da su efecto
inexorable
Pero la pausa es por defecto
impracticable
Acción y tiempo son las ramas
batiendo gloria
cuando los vientos le reclaman
paz y victoria
Mar y tiempo la caracola
lleva en su canto
como una calcarea gramola
de sal y llanto
La espuma ha enjugado los males
con su blancura
y es esperma que del azul sale
en agua pura
El tiempo es luz mojada en gotas
y así se irisa
y tras el arco de luz ignota
hay oro y risas
El tiempo expira, flor en vaso
color y acción
como la muerte de un payaso
en su actuación
Cronos siega la cosecha
De humanidad
Prometeo prende la mecha
de la verdad
y el hombre somnoliento duerme
ajeno al mal
sin saber que él mismo es el germen
de su final
El despierto disfruta y sufre
solo por ver
Las cenizas y los azufres
que da el ayer
Despertad hombres somnolientos
salid afuera
pues la verdad es un tormento
que nos libera
David ha aportado un interesantísimo poema que abre a bocajarro con una cita que nos sitúa en las coordenadas de su referencia creativa: se trata de la
novela editada en 2018 de Antonio Orejudo, algo que, según nos dijo, le dio la idea para este texto. Lo más interesante es cómo, al contrario que en el resto de textos que hemos visto, se da una imagen del tiempo que renuncia a la dimensión filosófica y despersonalizada para incidir en la subjetividad de una experiencia concreta (posiblemente amorosa). Formalmente se trata de un texto muy sólido y con rima en a/b/c/a/b/c, algo muy simple pero muy original.
Ella sin embargo confundió el paso del tiempo con el fracaso.
Antonio Orejudo, Grandes éxitos
Hoy que ya de casi todo
hace cerca de diez años
he aprendido
que un idéntico periodo
ha, para propios y extraños,
transcurrido.
Y es por tanto baladí
esto de sentirme viejo
si el planeta
sigue su curso sin mí
que aún contemplo perplejo
su silueta.
¿Y seré culpable yo
de la traslación de un astro?,
me pregunto.
Y me contesto que no,
que esta pena que aún arrastro
no es mi asunto.
Me dejo, pues, o eso intento,
de quejido y sollozos
y si acaso
me despisto y me consiento
añorar mis tiempos mozos:
¡vaya atraso!
Si siempre, según intuyo
detrás de una va otra hora
de inmediato;
si el tiempo sigue a lo suyo,
extrañar a quien te ignora
no es sensato.
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