Después de la entrada anterior sobre el concepto de saturación léxica y algunas consideraciones al respecto vamos ahora con las aportaciones al respecto. Dentro de las posibilidades que ofrece esto hemos decidido escribir poemas con palabras en español procedentes de la lengua árabe por el grado de lirismo y sonoridad que podián transmitir. Esta vez participan por orden de aportación Un Servidor, Ginés Solaeche y Victor Atikof.
En el primer poema la restricción formal de usar léxico árabe se suma a una segunda, utilizar léxico culinario, así es como se plantea un texto cuyo contenido está organizado en la forma de soneto y para el cual los dos primeros cuartetos son los platos principales mediante los cuales se sugiere una atmósfera oriental y costumbrista. Ya en los tercetos (el postre) el tema culinario pierde concreción hacia otro tipo de deleites vitales para cerrar con un último verso bastante epicúreo en su planteamiento que resume y cierra el poema "sentir placer y amor, vivir y amar"
La alcoba, la cocina el azafrán
Acelgas, albahaca y aceitunas
Miel, albaricoques, uvas, prunas
Miel de caña, almendras, higos, pan
Cúrcuma, molienda, sal, rin-rán
Savia del argán, agua moruna
Fruto de chumberas sobre dunas
Pétalos con carne de faisán
Y luego
Te verde y hierba buena, azucar, menta
Vapores de shisha, labios, lunar
Azul transparencia de túnica tienta
Jazmín, adelfa, esencia de azahar
Sobre la piel desnuda que alimenta
Sentir placer y amor, vivir y amar
Ginés ha recurrido a un abanico léxico mucho más amplio. Tras decantarse por la temática amorosa, utiliza todas las palabras de origen árabe al servicio de la creación de imágenes, imágenes que resultan muy potentes y sugerentes en muchos casos gracias a la naturaleza y connotaciones de este tipo de léxico, "inflama la savia de mi corazón caoba", así como rotaciones sintácticas que parecen recordarnos a la poesía hernandiana "se ensanchas los corazones y el amor se ensancha"
Apenas he probado el azúcar de tu esencia
y ya siento el azafrán caliente de tus venas.
Apenas tu alquimia en mis labios de impaciencia
y ya sonríen en mi aljibe tus azucenas.
Te tumbas como una delicada golondrina
que conoce el álgebra suntuosa de la alcoba
y tu aroma exquisito de azahar de vitrina
inflama la savia de mi corazón caoba.
Rezuma mi piel cúrcuma con tu aliento almíbar.
Tiemblo con el marfil de tus verbos en mi almohada
donde el alacrán alcanza el nácar de vainilla,
donde tus alondras vuelan con mis alas blancas.
¡Toda tú! Eres como un jardín exuberante,
tu pelo de albahaca, tus besos de naranja.
Eres como ese sutil paisaje de algodón suave,
como un arrecife de coral, como una playa.
Se extiende la alfombra de mis olas en tu arena,
un siroco de caracolas, una avalancha.
Se llenan tus anémonas, de placer se llenan,
se ensanchas los corazones y el amor se ensancha.
Los jilgueros desde tu zaguán a mi azotea
tararean como embrujados por nuestros trinos
y yo soy ese tigre ámbar y tú esa gacela
y el elixir se palpa en tus senos matutinos.
Y por último tenemos la aportación de Víctor, en ella se propone crear imágenes irracionales dejándose llevar por la limitación léxica. Esto hace que el texto se aleje bastante de los ejemplos anteriores (o quizá no...) y le de la frescura que supone el desprendimiento de una temática concreta. Esto hace que el interés recaiga al cien por cien en la imagen ¿Cómo pueden dos acequias jugar al ajedrez? ¿Cómo pueden un albatros y una gacela buscar alfileres en la alfombra de una orgía de alacranes? Formalmente tiene una sintaxis minimalista que llega a recordar al haiku y a la poesía de Asia oriental
En la voz de la algarabía
dos acequias juegan al ajedrez
La taza marfil, con jarra de azufre
tambor de azúcar y azucena
cifra ámbar, laúd en noria
En harén de alacranes
la gacela y el albatros
ojalá quiten los alfileres de la alfombra
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