Otra versión de Ouroboros. |
Manifiesto del sonetista kantiano
(Darío Steimberg)
Es fácil criticar un mal soneto
por antiguo, por vano, por pedante.
Menos lo es encontrar en su mutante
tenaz intensidad lo que hay de neto
poder de creación: está en el veto
a blandas libertades de rampante
ingenua ensoñación. Su voz cantante
se permite emerger de lo sujeto.
El límite es su vía a la revuelta;
el cálculo, su puerta a la anarquía.
No nace libre, inventa rebeldía,
no blande una conciencia siempre absuelta,
su único camino es como un delta
en que no es noche, y no ha vuelto el día.
Metapoesía de pífanos exactos.
ResponderEliminarGracias!
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